En concreto, la idea principal de la propuesta de Tomeu Durán y José María Matheu, Seambiosis, plantea la recuperación de la relación cercana que históricamente había existido entre el mar y la ciudad de Palma, interrumpida hoy en día por los carriles de tránsito rodado que circulan en primera línea. Para conseguirlo, “ampliamos el ámbito de intervención más allá de la franja costera, potenciando las conexiones urbanas y naturales existentes entre el frente marítimo y la ciudad”, explican los autores del proyecto. En su propuesta, Durán y Matheu consideran “que el Paseo Marítimo de Palma ‘No puede ser entendido sin los espacios públicos que llegan a él. Más bien al contrario, la recuperación del frente marítimo para los ciudadanos pasa por facilitar la llegada de estos desde el tejido urbano”, aseguran.
La fachada marítima de Palma centra también la propuesta de Carles Gabriel Oliver, Francisco Cifuentes, Sebastián Martorell y Luz Myriam Duque Tardaguila. Tras el sugerente título ‘Grace, let’s go swimming!’ el proyecto evoca “la que pudo ser la invitación a la Princesa de Mónaco desde la habitación del hotel en primera línea de mar de Palma, en los años en los que no existía la autopista que separa hoy la ciudad del mar”. A partir de esta consideración, su planteamiento busca restablecer el equilibrio natural del entorno partiendo de la idea de que Palma forma parte de un ecosistema que se inicia en las montañas de la Tramuntana y se prolonga hasta el mar.
“El Paseo Marítimo, por su condición de límite, es la epidermis en la que se manifiestan las patologías que sufre la ciudad”, exponen. Reducir el tráfico rodado en primera línea exige “modificar la ubicación del puerto mercante y la modificación integral de la movilidad, desviando el tráfico de la entrada de Palma procedente del aeropuerto, optimizando la red viaria y situando estaciones intermodales en todas las entradas a la ciudad equipadas con aparcamientos disuasorios, bicicletas y transporte público”, explican. Resuelto el viario, los autores del proyecto plantean otras dos intervenciones, la reutilización como paseo de las plataformas construidas artificialmente sobre el mar, realizando la siembra extensiva de árboles, potenciando nuevas actividades y regenerando las existentes, y la recuperación de los ecosistemas preexistentes para restablecer el equilibrio natural, mediante la demolición de los pavimentos impermeables y el desmantelamiento de las instalaciones obsoletas, señalan.
Enrica Santacruz elige Barcelona como modelo para concebir su Computers aren’t food, un proyecto que introduce el concepto de ecología para desarrollar un entorno urbano productivo a partir de estrategias que aúnan arquitectura, paisaje y urbanismo y que persiguen la renaturalización y la reindustrialización de las zonas sobre las que planea la propuesta. Así, por ejemplo, la estrategia territorial propone como principal solución que el Parque Agrícola del Baix Llobregat penetre en la ciudad convirtiéndose en un corredor ecológico-productivo a su paso por la Marina del Prat Vermell hasta el Parque de la Sagrera.
“El resultado es un gran sistema renaturalizador que atraviesa Barcelona, conectando el río Besòs con el Llobregat y éstos con los sistemas de espacios naturales a escala territorial. Esta gran infraestructura verde incorporará una autopista para ciclistas que formará parte de la Red Europea de Vías Ciclistas (Eurovelo)”, explica. Como estrategia urbana, el proyecto indaga en la regeneración de las zonas industriales gracias a un proceso que prevé su integración en la ciudad.